Al tratar de arrancar Linux Ubuntu 18.04.3 me encontré con este inesperado cuelgue. Comenzaban a parpadear los mensajes de arranque del sistema y ahí se quedaba indefinidamente.
Comprobé el arranque en Windows 8 (se trata de una instalación dual boot) para asegurarme de que no se trataba de un error físico del disco duro.
Traté de arrancar seleccionando en GRUB el kernel anterior, pero no solucionaba la incidencia.
Después traté de arrancar en nomodeset siguiendo los pasos del artículo Ubuntu se cuelga al inicio: pantalla negra/violeta de la muerte ya que, aunque no se trataba del mismo caso, pensé que podría guiarme por él. Pero tampoco así conseguí reparar el arranque.
Comencé a ver la luz cuando Pedro, uno de los administradores del grupo MasGNULinuXBlog me aconsejó abrir otra terminal con Ctrl+Alt+F2.
Después de hacer varias pruebas con los gestores de sesiones (Gdm y Lightdm) aún persistía el problema.
Entonces me sugirió que podría actualizar el sistema con un upgrade. Así lo hice:
$ sudo apt-get update
Y en ese momento, mientras se actualizaban las fuentes, comenzaron a aparecer errores, llamándome uno especialmente la atención.
Más o menos en el centro se puede leer: "Error escribiendo al fichero de salida - write (28: No queda espacio en el dispositivo".
Efectivamente, en los últimos días, al arrancar Ubuntu estaba recibiendo mensajes de advertencia por quedar poco espacio en disco pero, por dejadez, no me tomé la molestia de dedicarle un rato a liberar unas megas.
Entonces recordé que había unos comandos en Linux para eliminar mugre diversa presente en el sistema, como paquetes obsoletos y cachés innecesarias.
Los encontré en el artículo 7 sencillas maneras de liberar espacio en Ubuntu / Mint.
Con sudo apt-get autoremove sólo conseguí liberar 900 míseras Kb. Arranqué el sistema y aún persistía el bloqueo.
Con sudo du -sh /var/cache/apt comprobé que podría liberar otras 552 Mb, que ya es una cifra más respetable.
La pequeña odisea acabó con un sudo apt-get clean. Reinicié y el sistema arrancó con la misma normalidad que había hecho siempre.
Si te gusta Linux no hace falta que te suscribas a este irrelevante blog, porque de estos temas hablo lo justo. Porque sé ná y menos.
Información relacionada:
Comprobé el arranque en Windows 8 (se trata de una instalación dual boot) para asegurarme de que no se trataba de un error físico del disco duro.
Traté de arrancar seleccionando en GRUB el kernel anterior, pero no solucionaba la incidencia.
Después traté de arrancar en nomodeset siguiendo los pasos del artículo Ubuntu se cuelga al inicio: pantalla negra/violeta de la muerte ya que, aunque no se trataba del mismo caso, pensé que podría guiarme por él. Pero tampoco así conseguí reparar el arranque.
Comencé a ver la luz cuando Pedro, uno de los administradores del grupo MasGNULinuXBlog me aconsejó abrir otra terminal con Ctrl+Alt+F2.
Después de hacer varias pruebas con los gestores de sesiones (Gdm y Lightdm) aún persistía el problema.
Entonces me sugirió que podría actualizar el sistema con un upgrade. Así lo hice:
$ sudo apt-get update
Y en ese momento, mientras se actualizaban las fuentes, comenzaron a aparecer errores, llamándome uno especialmente la atención.
Más o menos en el centro se puede leer: "Error escribiendo al fichero de salida - write (28: No queda espacio en el dispositivo".
Efectivamente, en los últimos días, al arrancar Ubuntu estaba recibiendo mensajes de advertencia por quedar poco espacio en disco pero, por dejadez, no me tomé la molestia de dedicarle un rato a liberar unas megas.
Entonces recordé que había unos comandos en Linux para eliminar mugre diversa presente en el sistema, como paquetes obsoletos y cachés innecesarias.
Los encontré en el artículo 7 sencillas maneras de liberar espacio en Ubuntu / Mint.
Con sudo apt-get autoremove sólo conseguí liberar 900 míseras Kb. Arranqué el sistema y aún persistía el bloqueo.
Con sudo du -sh /var/cache/apt comprobé que podría liberar otras 552 Mb, que ya es una cifra más respetable.
La pequeña odisea acabó con un sudo apt-get clean. Reinicié y el sistema arrancó con la misma normalidad que había hecho siempre.
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