Ayer jueves murió una niña en Treviño y la primera reacción
del españolismo recalcitrante no fue otra que aprovechar esta fatídica
circunstancia para hacer política centralista basada en interpretaciones
torticeras con el único objetivo, no de depurar responsabilidades, sino de atacar
sin fundamento a los nacionalismos periféricos. De hecho, hasta Rosa Díaz quiso rascar votos del cadáver recordándonos sin escrúpulos su ansiedad por cargarse cualquier
rastro de las autonomías.
Triste resulta que los acólitos de la derecha y de la
derechona se lancen a espolvorear rencor a lo largo y ancho de la red, cuando
hasta el propio Consejero de Sanidad de Castilla y León se ha apresurado en
descartar públicamente que la tragedia se deba a ningún tipo de conflicto territorial, recordando que Castilla y León y el País Vasco mantienen un acuerdo para que
todos los vecinos, de cualquiera de las dos partes, tengan asistencia sanitaria
completa simplemente asignando hospitales por criterios de cercanía. En este
caso concreto, los vecinos de Treviño que padecen una emergencia, son atendidos sin problema por Osakidetza en el Centro Txagorritxu de Gasteiz.
Cualquier trabajador o ex-trabajador de DYA en Gasteiz podrá confirmar la
enorme cantidad de ocasiones que habrá tenido que acudir a Treviño debido a
alguna urgencia.
Pero en esta luctuosa ocasión, quien atendió la llamada de la madre
al 112 comprobó que la niña había sido dada de alta del hospital recientemente,
supuso que no podía haber empeorado tanto en tan poco tiempo, y consideró oportuno
(parece que incluso rechazando el pago que ofrecía la familia) mandar un
médico y no una ambulancia para trasladar a la paciente. Nefasta y aciaga
decisión, pero no hay más.
¿Tienen que rodar cabezas por este trágico suceso? Por
supuesto. El
año pasado se adjudicó el servicio 112 a una empresa que abarataría mucho los costes.
Claro, que no iba a ser a base de magia, y su primera medida fue bajar más del
30% el sueldo a los trabajadores. Desde entonces el personal de
atención en el 112 ha sido reducido drásticamente y su formación también. Antes
de ese recorte, un operador atendía unas 20 llamadas por hora. Actualmente debe atender más del doble. Y con menos
formación. Este es el precio que tenemos
que pagar por tanto recorte en Sanidad. Mientras, los de siempre siguen manteniendo sus beneficios, corruptelas y privilegios.
Pero equiricuá, aquí tenemos el más claro ejemplo de cómo
una negligencia sanitaria vinculada a la disminución de recursos, se convierte por
obra y gracia de U-PP-yD en una canallada inmisericorde de los pérfidos
nacionalistas.
Ya
puestos a criminalizar actitudes, esta prensa-alfombra-palmera del centralismo
podría haber titulado "La negativa de Ana Mato a suministrar la vacuna de
la varicela causa la muerte a una niña de tres años en el condado de
Treviño", porque no olvidemos que la pobre niña fallecida sufría varicela,enfermedad para la cual hay vacuna, aunque la señora Mato, crea que es cosa del mal.
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